Gnola
A ti te hablo, a ti, que aún no estás, y no sé si vendrás. Te llamo Gnola, si, la sin nombre. Cuando te tenga en mis brazos sabré cuál es tu verdadero nombre. Quizá te llamaré hija de la suerte, o más fuerte que el frio, o la niña que ríe al sol. Cuando te tenga en mis brazos y me mire en tus ojos y vea en ellos la fuerza de la vida.
Hace días que no hablo con nadie para no contaminar mis pensamientos. Solo hablo contigo. Quiero conservarme limpia y libre para ti, para tu vida.
El mar está más tranquilo, aunque sigo sintiendo miedo. Pero este miedo no es nada, comparado con el miedo que me hacen sentir mis malditos, monstruos, malvados, canallas, perversos, hermanos. Este solo puede matarnos.
Sé que conseguiremos llegar al otro lado – un suspiro prolongado y profundo apenas levanta su pecho aplastado sobre sus rodillas mientras eleva sus ojos abiertos a un punto incierto del firmamento.
Quiero contarte cómo será el mundo que vas a encontrar. Será un mundo donde no importará que seas una niña. No importará que tengas rizos en el pelo, ni los ojos negros preciosos como la noche oscura. Será un lugar donde las personas se respetan y tienen sueños, y esos sueños los hacen realidad. Puestas a soñar, soñaremos a lo grande. No voy a soñar con tener un buen trabajo o una casa en la que podamos vivir, con puertas y ventanas. Soñaré que las personas son buenas, que nos acogen, nos respetan, que nos tratan como personas, que nos dejan vivir sin perseguirnos.
Sueño que tú nunca conocerás cosas que yo he conocido y no puedo contar para no dañar tus pequeños oídos aun sin forma. Son cosas tan tristes. Pero te diré que tú nunca vas a sentir todo eso que yo he sentido. Que tú nunca vas a sentir esta hambre que yo siento, esta hambre eterna que duele, ni este frio, ni este miedo, ni esta rabia que me retuerce por dentro y me destroza. Que antes de saberte yo no quería vivir, que no era nadie, que no era nada. Me dejaba usar y castigar, insensible al dolor y al miedo y al odio.
Cuando sentí hincharse mis pechos y un ligero pinchazo en mi interior supe que estabas ahí, que me esperabas. Quizá soy muy joven, pero soy fuerte. Ya no estoy sola. Contigo ha nacido también la esperanza.
Te llevaré al lugar de mis sueños y juntas caminaremos con el cuerpo y la frente levantada, sin miedo ni vergüenza. Te puedo contar que tu verás un horizonte nuevo, alegre, limpio, un horizonte con futuro. Y yo estaré allí.
Me siento muy orgullosa de mi por quererte tanto, y de ti, porque sé que serás fuerte y valiente.
En la noche sin luna, sembrada de millares de sonrientes estrellas, galopaba bravo el viento sin dueño, horadando con fuerza la superficie oscura del agua, que abría sus entrañas salpicando sin defensa espumas doloridas.
El viento arreciaba fuerte, levantando olas tempestuosas, inmisericordes, turbulentas, que bramaban con furia mantenida, entre las que la pequeña embarcación parecía jugar, sin esperanza, al escondite. En su interior, una masa incomprensible de cuerpos exánimes, hacinados, entumecidos, retorcidos, amasados, gemía dolorosamente a sus entrañas, sin emitir ningún ruido.
En ese momento, a lo lejos, se insinuaban intermitentes puntitos luminosos.
