De las palabras…
Qué importa mi nombre. Soy buscador de palabras. Las busco en todas partes, en la calle, en los diarios de la tele, en los libros, las pienso y hasta las sueño.
Las busco en los títulos geniales de algunos libros: Los Miserables, Los renglones torcidos de Dios, Los cipreses creen en Dios…
Aunque hay títulos geniales para libros, que no siempre lo son.
Y por supuesto, los busco en los libros en los que exploro con lupa una frase célebre, unas palabras armoniosas, una metáfora mágica y con ellas voy engrosando un cuaderno con el que me deleito en ocasiones.
Porque no soy escritor. Ni siquiera escribo.
Yo sólo busco palabras, igual que otros persiguen aventuras o éxitos.
Y creo que mi trabajo es hermoso, porque la palabra nos aleja de nuestra parte animal, y las palabras hermosas nos elevan sobre nuestra mediocre cotidianeidad.
También he encontrado jugadores de palabras. Éstos las utilizan, las usan, abusan de ellas sin reparos, no imprimiendo en su derroche un ápice de su espíritu, que es lo imprescindible para el triunfo. Son sólo bocazas avezados en letras. Y hallo entre ellos a muchos escritores de hoy en día.
Algunos trabajan las palabras, otros viven de ellas; hay quien incluso las silencian, quienes las envilecen, las enmascaran..
Yo les doy cobijo y vida en lo más recóndito de mi alma. (Guardo un tesoro inmenso, inexpugnable). *
Si estoy sola, las libero y las dejo vagar por mi memoria. En ocasiones las sueño, y recorro extasiada los lugares más lejanos de mis recuerdos.
Entre las palabras que busco, también hay nombres, nombres sonoros, inequívocos, redondos, que recogen, expresan y guardan el sentido de su pálpito en la obra.
Soy una artista de la introspección de la palabra. ¿Qué qué es eso? ¿En qué consiste?
Es fácil de comprender, no de sentir. Yo siento las palabras. Las amo. Las vivo. Sufro con ellas y las disfruto y me excito, y me rebelo y me alboroto y me divierto..
Ya dije que soy buscador de palabras. No exactamente. De mi profesión he hecho arte. Eso es, soy un artista.
* La gente cree que tesoro es lo que vale mucho, pero el verdadero tesoro es lo que no se puede vender. Tesoro es lo que vale tanto que no vale nada. Industrias y andanzas de Alfanhuí. Cap. III, 3ª Parte- Rafael Sanchez Ferlosio