El día del libro
Todo ocurrió el día 23 de abril de 2009.
Celebrábamos el día del libro en la clase de 2ºA, que es mi clase. La seño nos leyó un cuento muy bonito, y divertido. Sabe muchos cuentos. También nos trajo un montón de libros raros: unos diminutos, otro grandísimo, algunos chulísimos de troquelados que parecían un bosque , una ciudad, con dinosaurios desplegables enormes, libros antiguos… Un montón de libros. A la seño le gustan mucho los libros. Hasta dice, que uno de los servicios públicos más importantes es la biblioteca, porque allí es donde cuidamos la salud de nuestra mente.
Después de todo esto ,como ya la estábamos empezando a “marear”(no sé porqué siempre dicen esto los mayores),nos propuso representar el cuento de “El lobo y los siete cabritillos”.
Quería que hiciésemos una adaptación libre del cuento. A mí no me pareció una idea interesante porque ese cuento ya lo sabemos todos. Pero cuando la seño se pone pesada ¡no hay más remedio!.
Bueno, también debería explicar que la seño siempre tiene ideas nuevas, y a veces sorprendentes.
Había preparado unas caretas para el teatro. Una de mamá cabra y siete para los cabritillos de cartón con gomas. No estaban mal. La del lobo era la más guay. Tenía un hocico enorme hecho con un cucurucho que parecía un helado de chocolate con bola y todo, y unas enormes orejas negras, con pelos de panocha que daban asco.
Lo más divertido fue cuando escogió a Carmen para hacer de lobo, porque Carmen es una niña muy buenecita y tímida , que nunca habla y solo le gusta trabajar. ¡No veas cuando le puso las orejas! Casi se pone a llorar. No quería de ninguna manera, pero su amigo Ricardo, que es traviesillo, aunque bastante majo, la convenció, porque él iba a ser mamá cabra.
Bea, Lucía y Francis se partían de risa y la seño, empezaba a enfadarse. ¡Es terrible cuando se enfada!
Esteban y Andrea que nunca se están quietos se cayeron de sus sillas, y se armó el estropicio.
Fabio, que es muy sensato les riñó, como siempre, reprochándoles que por su culpa nos fuéramos a quedar sin hacer nada. Javier que detestaba el ruido empezó a chistar a pleno pulmón: ¡Chiís, chiís , chiís! y claro, saltó Miriam, que era un poco mandona : ¡Cállate tú!
La seño se sentó su silla y ¡zas! todo el mundo se calló. Todos, menos Raisa y José Antonio, que siempre están hablando y por eso no se enteran de nada.
Un rato de regañina y volvimos a intentarlo.
Alejandra, Lidia y Rosa se enfadaron porque las tres querían ser el lobo. Alonso y María no querían participar porque les daba vergüenza. Entonces la seño que ya estaba bastante mosca pidió voluntarios y ¡cómo no! Iveta empezó a saltar gritando ¡Yo!,¡Yo!,¡Yo!
Los preparativos siempre son un desastre en mi clase, aunque al final todo sale bien, bueno, casi siempre.
La decisión estaba echada: Alejandro, Fran, Manuel, Carlos, Mª Jesús y yo, seriamos cabritillos, y el cabritillo menor sería Ouiam, que era la chica más alta de la clase. Desde luego la seño, es única “haciendo casting”, no da una, siempre elige al revés.
Cada elegido escribió su papel, es decir, su texto libre, siguiendo las indicaciones que la seño dio. El resto hacían de narradores y marcarían las distintas escenas, y ¿quién dirigiría la obra? Tania ,ya se sabía, porque es la “listilla “de la clase.
Repasamos un poco las escenas . Para animar la cosa, cuando tocara el lobo y no nos engañara gritaríamos todos:¡Fuera, fuera! (Esto era un pequeño favor de la seño que sabe lo que nos gusta gritar). Y como estábamos ya desesperados por empezar ¡Comenzó la acción!
¡Ah! También teníamos un sombrero de copa muy elegante y una hermosa corbata para los narradores, claro que era de grandes lunares amarillos y verdes de cuando hacíamos de payaso. Pero quedaba elegante ir con corbata.
Carmen salió fuera con sus orejotas, y mamá cabra y sus cabritillos, con nuestras caretas, nos sentamos alrededor de las mesas que habíamos juntado, ante una saludable comida familiar (que eran nuestros desayunos para este día), y …
¡ACCIÓN!
“Erase una vez…..
Estábamos totalmente concentrados. El teatro parecía de verdad, con actores de los buenos.
Ahora el lobo vendría del molino con las patas llenas de harina (envueltas en papel higiénico, porque cuidábamos todos los detalles) , diría aquello de:
– ¡Abridme hilos míos que soy vuestra madrecita! etc.…y cuando se abriera la puerta para enseñarnos la patita todos gritaríamos: ¡Fuera, fuera!
Sin embargo, con la emoción no esperamos a que el lobo hablara a los cabritillos. En realidad, lo que sucedió (de esto nos enteramos después), fue que Carmen observó que se acercaba alguien a la clase y como le daba vergüenza de que la viesen con su disfraz, corrió a esconderse bajo la escalera. Nosotros únicamente oímos tocar a la puerta y que esta se abrió, así que sin pensarlo gritamos a pleno pulmón: ¡Fuera, fuera!
¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ ¿???????????
¡Y apareció D. Juan Carlos, el Jefe de estudios!.
Por una vez puedo asegurar que hubo silencio en la clase. Nos quedamos todos callados, un poco cortados. No comprendíamos lo que había pasado. Esto no estaba en el guión.
La seño, se levantó de las últimas sillas donde estaba sentada como espectadora y aproximándose a D. Juan Carlos le explicó lo que estábamos haciendo. Él, también se había llevado una sorpresa.
Carmen asomaba un poco su oreja de lobo por entre la puerta. El Jefe de Estudios escuchó con atención lo que le contaba la maestra y bastante animado dijo dirigiéndose a la clase:
– ¡Muy bien! ¡Muy bien! ¿Puedo participar?
¡Qué extraño!
Seguimos un momento callados (como reflexionando) y gritamos (ya sabéis que nos encanta gritar):
– ¡¡¡Siiiií ¡!!
La seño cuchicheó algo al maestro. Él, echó un vistazo a la clase, se acercó al rincón del reciclaje de papel, y con una habilidad sorprendente se fabricó un sombrero de papel.
¡Sería uno de los cazadores! .Nos reímos todos y la seño de nuevo indicó:
– ¿Preparados? ¡Acción!
La obra prosiguió sin incidentes. Nosotros nos sentíamos muy orgullosos de tener un compañero tan importante y tratamos de hacerlo muy bien.
D. Juan Carlos cogió la tijera grande de la seño de cortar cartulina, y con cara de muy malo, se acercó sigiloso al lobo para abrirle las tripas. ¡Cómo nos reímos!
Nos lo pasamos chupi. Yo creo que todos, porque cuando acabó el teatro, oí que la seño preguntó al Jefe de Estudios que a qué había venido y él le dijo muerto de risa:
– ¡Pues no lo sé! ¡Se me ha olvidado!
Después nos felicitó a todos y nos dio las gracias.
¡Me ha encantado el día del libro!
