Cuentos

La fuente de las patatas

– Abuelo ¿es ya hora de merendar? Tengo mucha hambre.

-Todavía no, pero podrías ir a beber agua a la fuente de las patatas.

-¿Y qué fuente es esa abuelo?

– Pues verás, cuando yo era niño, éramos todos pobres porque en nuestro país había habido una guerra terrible y la gente había dejado de cultivar los campos porque todos estaban ocupados disparando a los otros, y si alguien sembraba algo, pasaban por encima montones de soldados y carros de combate y ya no volvía a nacer nada en esas tierras.

Y fue entonces cuando ocurrió lo que voy a contarte.

Hace años estas tierras eran tierras ricas. Todo el mundo tenía un trocito de tierra para cultivar y una casita para cobijarse. No todos eran felices, porque ya sabes que hay personas que siempre quieren más, pero vivían tranquilos.

Un buen día cuando ya tenían recogida su cosecha de patatas, Sebastián pidió a su familia que se adelantaran y fueran preparando la comida mientras él acababa de cargar las patatas en el burro.

El hombre se entretuvo un rato poniendo orden en sus herramientas y cachivaches, y quiso la mala suerte que un escorpión picó al burro en el hocico mientras rebuscaba entre la hierba. El pobre animal salió como alma que lleva el diablo, arreando coces al aire, saltando cuanto podía y rebuznando sin cesar.

Sebastián corrió tras él, pero no conseguía alcanzarlo. Con el ajetreo, se fueron desatando los sacos de patatas y estas comenzaron a salir despedidas y a rodar por la ladera. Sebastián vociferaba y se desgallitaba llamando al burro que inició una alocada carrera buscando las frescas aguas del rio. Y allí fueron acabando las patatas del pobre Sebastián, y flotando y saltando se fueron perdiendo rio abajo ante la triste e impotente mirada del hombre que no podía frenarlas.

El pobre regresó al pueblo con el burro lastimado y contó a todos lo ocurrido.

Esa misma tarde los del pueblo de abajo al ir a llenar agua a la Fuente del Caño, quedaron asombrados porque por el ancho agujero por el que manaba el agua, ¡manaban patatas! Nadie sabía explicar aquel “misterio” y los del pueblo pensaban que era un regalo del cielo, hasta que pasó por allí el cuñado de Sebastián, y aclaró las cosas.

Todos rieron esta extraña aventura y cambiaron el nombre de la fuente que ya se llamó para siempre “Fuente de las patatas”

Ante lo extraño de la historia hubo una reunión extraordinaria del concejo, y se decidió que cada vecino daría a Sebastián unos kilos de patatas para que su familia tuviera comida suficiente.

Dijo el alcalde que si la Tierra devuelve lo que le dan, las personas no debemos ser menos.

Y así se hizo.

Fallo del IV Concurso de Relato Breve, “Horizontes”, convocado por el CEB El Calvache de Bercial de Zapardiel (Ávila)

MENCIÓN ESPECIAL: Al relato titulado «La fuente de las patatas», por la sencillez y naturalidad de los cuentos populares.

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