De poesía
UNA NOCHE SIN TÍ
Vino a buscarme la luna
al filo de la ventana.
Venía a robar de incógnito
los secretos de mi cama.
Vestía para la ocasión
un halo blanco de nácar
y un lucero juguetón
la seguía en la distancia.
Bajo su suave velo
miraba la luna mala,
sacándote de mis ojos,
lacerando mi mirada,
con tan blanca y fría luz
que paralizó mi alma.
ORIÓN
Indolente pasea Orión
sobre la negra silueta
de un esbelto eucalipto.
Mi casa cierra sus ojos
callada y avergonzada.
Los pájaros dormitan
acurrucados en ramas.
La noche se extiende amplia
y Orión le hace de almohada.
LA UNA Ya es la una. Estoy sola Y esta hora me embriaga ¿o será el güisqui? A hora tan temprana no añoro compañía. Mi soledad absoluta es ahora relativa. Es la hora de la soledad. Todos duermen. No me siento sola. Estoy sola. Y es menos triste que a la una del día. La una. Estoy sola porque yo lo elijo. Todos duermen. Por eso estoy sola. Es mentira mi soledad absoluta.NO PUDO SER Algo moría en el silencio. Se borró la risa en nuestras bocas y los ojos huían de la pena. Nos apresó el silencio, y al mirarnos mentimos palabras torpes. Luego… te fuiste. Me asomé al balcón. Jamás vi noche tan hermosa ni titilar tanto las estrellas. ALBA A través de mi ventana se dibuja el horizonte naranja, rosado y malva, de un amanecer temprano que me llama en la mañana, cuando me despierta el alba. DIBUJO LA LUNA La luna llena se forja al pie de mi barandal. Mis manos de luz y agua quieren librarla de mal. Cuando dibujo la luna no le paro de cantar. Luego, por falta de cuna, la lanzo al aire, a volar. Y mi lunita morena luciendo en el cielo está. Yo mirándola serena me quedo en el barandal.
A MI MADRE
I
No te vi.
Te supe cuando la muerte
vino a disputarte.
Malévola farsante
que me sedujo con orgullo.
Me engañó madre.
Te llevó de entre mis brazos
cuando por fin te supe.
No hay consuelo
para mi pena sorda.
No hay remedio
para mi perpleja angustia.
No hay quién calme
este atroz desatino.
Ahora sé el castigo
a mi descuido.
II
Dolor, medusa que en mi pena
serpenteas con ahínco,
atácame con fuerza.
No dejes de abrazar mi desatino
y recuérdame con fieras sacudidas
que estas ahí, perenne, retadora,
que estás siempre, estrangulando mi alma,
sin piedad, con tu brava osadía,
asfixiando sin piedad mis esperanzas.
III
De ti nací.
Pero la vida no me dejó amarte.
Te conocí
cuando en tu cama aleteaba la muerte.
Siento en mí
el desgarro por perderte
como ácido
que abrasará mi alma eternamente.
IV
He pasado la vida buscándote, madre
y logré encontrarte
tan solo unos días antes que la muerte.
¡Toda la vida ansiando que me amaras!
¡Toda la vida queriendo yo quererte!
Y te me fuiste madre
cuando sentí tu contacto,
ya casi frío,
pues te encontró la muerte.
¡Qué desvarío
esta quimera extraña
que en tu dolor,
ayudarte no pudiera!
Y tú al morir,
mirando tras mis ojos
¡ me llamaste, hermosa!
¿A quién podré contar
el fondo de mi pena?
¿A quién podré explicar
aquellas horas malas?
Tú muriéndote a chorro
entre mis tristes brazos,
Yo abrazando en sollozos
tu cuerpo y tus entrañas.
Te sentía tan cerca de mi alma,
prendida a ti como una caracola,
te tenía tan cerca de mis besos,
¡Y ya estabas tan lejos de mis ansias!
Sólo un cuerpo. Sólo un cuerpo
deforme y moribundo,
yo estrechaba feliz,
con esperanza.
Yo sabía que quizá no me escuchabas
pero te hablaba, madre, yo te hablaba.
¡Cuánto dolor!
¡Cuánto derroche de medios sin sentido!
¡Qué absurdo enlazarte con la vida,
Madre, porque tú, te habías ido!
¡Y no pude yo arrancarte
de los brazos de la mísera traidora,
que te llevó sin que pudieras amarme!
Casi te tuve, madre.
casi me amaste.
Pero te amé, y te amo ahora.
Y olvidaré cuanto enturbie mi memoria
para alabarte sólo, para alabarte.
V
¡Qué maldita sorpresa del destino,
despertarme a zarpazos miserables
y llevarte cuando casi te tenía,
y dejarme este dolor inquebrantable!
Sentí vergüenza en las horas de tu duelo.
¡Había tanta gente que decía amarte!
¡Sentí celos! Yo nada sabía de tu vida
¡y tanta gente te había tenido antes!
Lloraba de pena, de pena y de vergüenza,
de angustia por no saber buscarte.
Lloraban, lloraban esas gentes,
gentes que te habían amado antes.
Fue extraño madre, fue tan extraño aquello,
gentes de otros pueblos y ciudades,
gatos, aves, perros, extranjeros,
madre, tan extraño, que en tu duelo
lloraban hasta las flores del cementerio.
¿QUÉ ES?
¿Qué es el fuego, sino la llama ardiente y viva de amor sincero?
¿Qué es el amor, sino fuego?
¿Qué es la vida, sino la lluvia que cae pausada moviendo el tiempo?
¿Y la alegría?
¿Qué es la alegría, sino la rosa del alma mía?
CHOPIN
Vuelva de nuevo
la sombra a la sombra,
la pena a la pena.
Suenan como ayer
las trágicas notas
de un músico olvidado.
¿Acaso Chopin,
pensabas en mí?
¿Acaso tus notas
sólo me dañan a mí?
¿Acaso, tal vez, tu genialidad
te hizo construir ese fantasma siniestro de la pena?
¿Lo hiciste para mí?
Son necesarias las sombras
para que sea diáfano el día.
El día fueron Neruda, Juan Ramón y Lorca
y tú y yo, compañero, la sombra fría.
TERESA
Menuda como un gorrión,
elegante, sin afeites
discreta la sonrisa
decidido el gesto,
lúcido su verbo y su mirada.
Así es Teresa.
ABRIL
Tristeza en el cristal de primavera.
Tarde clara de abril temprano
Lluvia serena. Cristal mojado.
Angustia. Miedo. Lenta pena.
PALABRAS OCULTAS
Las palabras ocultas no las mueve el aire,
no las lleva el viento,
no las sabe nadie.
Reposan en calma cosidas al alma.
Son mi sentimiento.
Impregnan mis ansías.
Son mi desconsuelo, mi angustia
mi guerra, mi miedo,
mi muerte, mi duelo .
RED
Con una tupida red de inspiración
quisiera atraparos palabras,
mariposas aladas del pensamiento.
HOY HE VENIDO
Hoy he venido a soltar palabras presas al cielo
palabras que guardo dentro y no tienen mensajero.
Suelto mis palabras tristes y las palabras que siento
que me amordazan el alma y me causan desconcierto.
Palabras de duelo y miedo, palabras de descontento,
de amor prohibido
de envidia,
de ira absurda,
palabras que son veneno.
Vengo a soltar mis miserias para que las lleve el viento
palabras que lanzo al vuelo
al mismo final del mundo,
al fondo del universo,
lejos de las almas blancas,
y lejos de los que quiero.
Palabras que tienen miedo.
SI ACASO
Si acaso el tiempo no viene a quedarse,
que no se venga el olvido.
Nunca necesité alas para sentirme libre,
ni me faltó temor ante una derrota.
Confieso que es parco mi tesoro
e incierto mi destino,
pero aún la sonrisa brota de mi alma y
los sueños anidan en mis ansias locas.
Que importan los días,
si el tiempo se escapa.
Prefiero la vida sin hora de llegada.
EL ABUELO Bajo un nogal de sombra perfumada cayada en mano y manos temblorosas el viejo, errada la mirada cabeceaba dormitando entre las sombras. La cayada cayó sin un lamento, y las horas quedaron suspendidas en las alas rutilantes de un jilguero que abandonó la rama sorprendido. Los sueños, los recuerdos, los dolores, y el deseo de fumar el último pitillo, se mecían en las ramas del nogal fugándose del alma, sin ruido. Y quedó a la sombra el pobre viejo sentado, sin sorpresa y sin sentido su cayada hablando sin palabras y él, volando en silencio al Paraíso.
SILENCIO Solos, ambos los dos, errantes en el pozo de la angustia. Un silencio de muerte que nadie osa profanar en el mar tenebroso de unos recuerdos breves, intensos, mágicos, que quién sabe, si algún día renacerán. Releo a Neruda y me confirma: ¡Es tan corto el amor Y tan largo el olvido! Tensa calma. Chorrea la pena. Una zozobra interior que no cesa. Y tu mirada, como un rosal ha prendido en mi alma. UN FLAMENCO ROSA La vi llegar Artemisa arrolladora, vestida de azul vibrante con un enorme flamenco rosa, tejido sobre su vientre. Diana, bella, hermosa, valiente, luciendo con orgullo y alegría, el vientre hinchado de feliz esperanza…. para otro hombre.NO VENGAS No vengas aún por mí, malévola señora. Deja fluir la alegría de la vida en la mirada de mis hijos. No hay prisa. Déjame prepararme. Mi vida es una lucha incierta, preparándome para una ausencia que aún no tengo asumida. Exploro mis raíces y aún no hallo el centro mismo donde arraigó mi vida. Crezco por las manos y los besos de aquellos que me amaron o me aman y no consigo aún situarme, sin trabas y a mi antojo en el pálpito turbulento de esta vida. Déjame caminar de banda a banda, hasta alcanzar esa meta desconocida que no logro entrever. Cuando todo esté acabado, y no exista el miedo, sino la certeza serena de tu huella, te invocaré. Me sentaré tranquila en una sonora mecedora, Y me impulsaré con un suave vaivén para atraerte. Déjame entonces elevar mis ojos hacia el cielo, y seguro que tampoco sabré, hacia dónde mirar. ¡Es tan errática y desorientada mi búsqueda! Asumo la certeza de tu fuerza y sé que apenas soy la huella de tu existencia en este mundo. Dame un poco más de tiempo para mi búsqueda, malévola señora.
NANA Canto a mi niño una nana florida, de olas de espuma, la siento dentro del alma cuando lo busco en su cuna. Mi niño no tiene nada. No tiene sedas ni luna pero su madre le canta, mientras le dibuja una. Duérmete bien de mi vida duerme, alondra, lucero, que tu madre te acaricia mientras alcanzas tu sueño. Duérmete luz de mi cielo, duérmete flor de mi vida, que para darte consuelo mi amor cura tus heridas. Violeta, alondra, lucero, cantadle también conmigo juntitos en mi ventana con los jazmines floridos. Entonemos una nana para este ángel dormido.

NO PUDO SER
Algo moría en el silencio.
Se borró la risa en nuestras bocas
y los ojos huían de la pena.
Nos apresó el silencio,
y al mirarnos
mentimos palabras torpes.
Luego… te fuiste.
Me asomé al balcón.
Jamás vi noche tan hermosa
ni titilar tanto las estrellas.
ALBA
A través de mi ventana
se dibuja el horizonte
naranja, rosado y malva,
de un amanecer temprano
que me llama en la mañana,
cuando me despierta el alba.
DIBUJO LA LUNA
La luna llena se forja
al pie de mi barandal.
Mis manos de luz y agua
quieren librarla de mal.
Cuando dibujo la luna
no le paro de cantar.
Luego, por falta de cuna,
la lanzo al aire, a volar.
Y mi lunita morena
luciendo en el cielo está.
Yo mirándola serena
me quedo en el barandal.
EL ABUELO
Bajo un nogal de sombra perfumada
cayada en mano y manos temblorosas
el viejo, errada la mirada
cabeceaba dormitando entre las sombras.
La cayada cayó sin un lamento,
y las horas quedaron suspendidas
en las alas rutilantes de un jilguero
que abandonó la rama sorprendido.
Los sueños, los recuerdos, los dolores,
y el deseo de fumar el último pitillo,
se mecían en las ramas del nogal
fugándose del alma, sin ruido.
Y quedó a la sombra el pobre viejo
sentado, sin sorpresa y sin sentido
su cayada hablando sin palabras
y él, volando en silencio al Paraíso.
NO VENGAS
No vengas aún por mí, malévola señora.
Deja fluir la alegría de la vida en la mirada de mis hijos.
No hay prisa.
Déjame prepararme.
Mi vida es una lucha incierta, preparándome para una ausencia
que aún no tengo asumida.
Exploro mis raíces y aún no hallo
el centro mismo donde arraigó mi vida.
Crezco por las manos y los besos
de aquellos que me amaron o me aman
y no consigo aún situarme, sin trabas y a mi antojo
en el pálpito turbulento de esta vida.
Déjame caminar de banda a banda,
hasta alcanzar esa meta desconocida
que no logro entrever.
Cuando todo esté acabado, y no exista el miedo,
sino la certeza serena de tu huella,
te invocaré.
Me sentaré tranquila en una sonora mecedora,
Y me impulsaré con un suave vaivén para atraerte.
Déjame entonces elevar mis ojos hacia el cielo,
y seguro que tampoco sabré, hacia dónde mirar.
¡Es tan errática y desorientada mi búsqueda!
Asumo la certeza de tu fuerza
y sé que apenas soy la huella
de tu existencia en este mundo.
Dame un poco más de tiempo
para mi búsqueda, malévola señora.
