De la tierraPoemas

De la tierra

 
 
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 CERCA DE TABERNAS
Gallardo y seguro se yergue
el monte Alfaro,
con su sombrero chulapo.
Le sonríe el sol,
y sus haces corren
jugando al pilla pilla entre los montes;
sinfonía de luz que corretea
y se prolonga justo hasta donde acaba el horizonte
destacando en su hermosura una a una,
la silueta gentil de las humildes cimas de la tierra.



                            SIERRA DE FIÑANA
 
                            Sierra de Fiñana,
                            Espumillas rosas y blancas en Marzo.
                            Arriba, nieve en la sierra,
                            Negro, malva, cárdenas, la montaña.
                            …y el llano.
 
 
 
 
       EL PITACO
 
Pasea la magia de la tarde
jugando a los disfraces
con la elegante soledad de tu existencia.
Enhiesto y firme,
desnudo entre sus vastos eriales
el pitaco emerge
de una alfombra de tejidos ancestrales.
Efímera silueta. Orgullosa estampa
que equilibra majestuosa los colores de la tarde:
Oro, naranja, malva…..negro interminable.
Cualquiera puede elegirle un nombre:
henequen, ágave, pitaco…
pero sólo oigo que lo mueve el aire.
Es hermoso.
Bien merece un vano alcorque
de palabras suaves.
 
 
 
 

 
       SALADAR
 
Un ondulante campo de avena
olivos azulados,
pitacos secos,
torcidos cañizares apiñados,
un aljibe centenario,
un algarrobo viejo,
una retama amarilla….
Y en el suelo
un tapiz malva y dorado de florecillas.
Es el paisaje de primavera
que se observa por Mayo ante mi escuela.
Y el viento,
poniendo música y ritmo a mi estampa.
 
 
 
 
 

 
CAMBIÓ EL DESTINO, GIRÓ LA VELETA
 
Respiraba disfrutando del aroma
temprano del jardín, y una jineta,
atrevida, lozana e indiscreta,
me sorprendió en forma de paloma.
Más no creáis que fue ninguna broma
que habiéndose posado en la veleta,
giró la flecha sintiéndose coqueta
y gris quedó el alba policroma.
De este modo sin ningún recato,
(un incidente sin duda pequeño),
movióse solo el triste aparato
Como una escena en un profundo sueño
quedó en mi mente fijado el retrato
de que en la vida yo no soy mi dueño.
 
 
 

 
 
DESAYUNO
Un maravilloso plumbago
ha vestido de elegancia verdeazul
las paredes de mi casa.
 
Aquel mínimo arbolito,
que plantamos cuando nació el pequeño,
reluce alegre y frondoso  con el primer sol del día,
nido preñado de vida.
 
Los hibiscos rojos salpican hermosos
el verde tenue del jardín.
 
Se oyen las llamadas insistentes de los grajitos
y los largos silbidos de los tordos.
 
Las presuntuosas palomas bailan sus danzas.
 
Una ligera brisa refresca la mañana soñolienta.
 
Mi desayuno es perfecto.
 
Sólo una osada salamanquesa
distrae mi atención y alerta mis sentidos.
 
 
     
 
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EL BALCÓN DEL MAR

                                      Hay un lugar en Retamar….
El sonido hueco de mis pasos sobre las maderitas
me  lleva hasta allí con la última luz del día.
Un inmenso mar en calma me saluda.
Un  minúsculo rayo horada las renuentes nubes de la tormenta
y deja sobre el mar un leve lazo rosado.
Allá al fondo, el Cabo,
magnífico y silencioso
recordándome que aún sigo aquí,
que pertenezco a esta tierra,
que este es mi sitio.
El mar viste de faralaes
 las  suaves olas que me arrullan.
De pronto, el mar es plata y el istmo es negro.
Tímidas titilan las luces de los pueblos del Cabo,
Observo. Siento.
Es hermosa esta tierra.
La belleza de la humildad, de la lucha por la vida pese a los elementos,
para quien sabe verla.
Buscad  bajo los pies
 la sinfonía hueca que lleva hasta el último mirador:
el balcón del mar.
¡Venid a verlo! ¡Venid a verlo!
 
 

                               
 
  MIRADA CALLADA
 
Cuando yo vine a Almería
sentí una pena muy honda.
Tenía los ojos cerrados,
para estar en paz a solas,
como cuando muere el alma,
y al abrirlos, descuidada,
se me llenó la mirada
de un azul intenso y cálido,
que me ha quedado en el alma.
Me encanta viajar despacio
hacia mi Cabo de Gata
y admirar, plena y rendida
la rojez de sus montañas,
dibujadas una a una
de dulce tono escarlata.
Adivino entre las sierras
las agrestes hondonadas
donde se mece la luz
al clarear la mañana.
Y camino sosegada
cuando arrecia la calor
hasta las salinas blancas
deslumbrantes bajo el sol.
Y frente a su hermosa playa
la silueta gentil
de una ermita descuidada
donde tañe una campana
que el cielo parece oír.
Sombras blancas se avecinan.
Son bandadas de gaviotas
que hacen coro a las campanas,
y al unísono, las olas,
susurran la melodía
de estas relajadas horas.
Con un collar de flamencos
se está engalanando el cielo,
y un vestido en lamé azul
lleva puesto la bahía
adornado de brillantes
oros, del sol del día
entretejidos de espuma.
Y luz, más luz todavía.
 
 
MOJACAR
 
Un soplo de pasado incierto
me estremece al acercarme al pueblo.
Voy creciendo en las alturas,
superando la arrogancia de sentirme elevada
sobre el resto del mundo,
que se dibuja a mis pies.
Siento que  mi ritmo se acelera
y tengo al sol, al cielo mismo,
al alcance de mis dedos.
De repente, un chorro de agua,
que intuyo será fresca y cristalina
me advierte su frescura y sus aromas.
Huele a embrujo y a historia.
Huele a vida lenta, a existencia viva.
Marañas de variopintos personajes
se cruzan al caminar:
Extraños rostros enrojecidos, de cabellos albos,
mujeres morenas, de hermosos ojos de almendra,
mozos fuertes de piel de aceituna,
niños  bulliciosos  de lustrosas piernas.
Cierro los ojos. Percibo nítido
el eco del galope de enjaezados caballos piafando
con coloridas monturas y poderosos cascos.
Me espían celosías apagadas,
escondidas tras frondosas enredaderas.
Un escalofrío me despierta:
Mojácar  me enardece y enamora.
 


ORACIÓN
 
Gracias Señor
Por la sonrisa de mi amado
por el abrazo de mi hijo,
por el agua, por las flores,
por la riqueza del mar,
por la vida,
por el generoso regalo de esta magnífica envoltura,
por la tierra,
por las fuentes, por el aire
por la belleza del cielo
por la diversidad….
Gracias Señor.
 
 
Perdón
Por deteriorar el mundo que creaste,
por ensuciar a tierra,
por olvidar tu mandamiento más hermoso
por la necedad de nuestros gobernantes
por nuestra vergonzosa ceguera
ante tanta injusticia,
por ser capaces de crear el terror, las guerras,
los maltratos, las hambrunas…
 
Tú,
Que nos diste todo:
el cielo y la tierra,
la luz y el amor, y el pensamiento
y la palabra  -prodigiosa arma en mal uso –
te olvidaste de dotarnos
de un poquito más,
de sentido común.
 
 
 
           LLUVIA
 
No sé hallar las palabras
Para salpicar de caricias tu recuerdo.
Me queda tu imagen;
Un talismán que me seduce a todas horas.
Permaneces junto a mí,
Pero el amor se fue…
Aquella inquietud ¿o fue anhelo?
Se me escapó entre frases jamás comprendidas,
Y me quedé, vacía y rota,
Como azotada por un cruel golpe del destino
Que siempre nos negamos a aceptar.
Se apagó mi sol y mi risa,
Y tu mirada;
Y de pronto, se desvaneció el azul en mi vida.
Entonces llovió.
Agua mansa que calaba la tierra y el alma
Y todo aquel embrujo se empozó en mi piel
Y quedó apresado en mis sentidos.
Me queda tu imagen,
Y al mirarte,
Los recuerdos me arañan,
Y quedo a merced de esa propia maraña
De sentimientos que sembró en mí la lluvia.
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DEL MAR
 I
Te me llevó la mar.
Te arrebató doliente entre mis brazos
y yo quedé sola,
sin el brillo intenso de luz en tu mirada.
Te llevaron las olas,
con su magia embrujada, en sus devaneos,
y yo quedé sola,
besando la arena que tú habías pisado.
Te llevó la brisa,
el perfume fresco del amor soñado,
y yo quedé sola,
buscando en  los ecos el susurro tibio de tu voz amada.
Te llevó la mar,
te llevó la brisa,
 te llevó la ola,
y yo quedé sola,
en mi tempestad.
 
II
Mi corazón se desgrana por los puertos
buscando loca, un amor perdido;
tanto volar como una mariposa
y llegué a posarme justo en lo imposible,
marinero mío.
 
III
Tu barquito se estremece
suave sobre la mar,
un barquito sin colores,
sin velas, sin un cristal.
Solo un barquito pequeño,
duro y gris como la mar,
cuando se agita con sombras
oscuras de tempestad.
Pero tu barquito chico,
qué bien se deja acunar.
Las olas lo bambolean
¿y no oyes un cantar?
Oye la brisa que llega,
atiende a este vendaval,
que yo te canto una nana
de olas, de azul, de mar.
 
IV
Y te fuiste, como la arena de la playa
bogando fuerte sobre el mar bravío
y las olas se fueron cerrando en abanico
en un horizonte plomado, infinito.
Y quede en la playa soñando
aspirando el recuerdo de tu aroma.
Me dejé acariciar sin tus brazos por el aire
para sentir frío, para enamorarme.
Te llevó la luna, casi a la alborada
y te busqué en sus pétalos caídos, de plata.
 
V
¿Para qué soñar contigo
si te estas yendo
en tu barquito sin velas
caminito de la mar?
¿No son acaso mejores
la brisa que te conmueve
el olor que te trastorna
las olas que te embriagan?
¿Pudiera ser marinero
que yo, mujer sola
me transformara en sirena
de voz arrebatadora?
¡Si supieras marinero!
¡Si yo pudiera acercarme
al filo de tu velero!
 
 
VI
Hoy me he comprado un vestido
pintado de azul y olas
con un barquito velero,
para que cuando me rodee
de la magia de su encanto
me sienta cerca de ti
en su tela navegando.
 
 
 
VII
Me persigue la angustia como un perro viejo.
El eco de tus pasos, la brisa de tu aroma,
 la onda de tu voz, el color de tu pelo…
Me debato errante entre la esperanza y la desesperanza,
¿será acaso que el alma bruja,
adivina tu presencia?
Oigo voces, ruidos lejanos, extrañas presencias.
Me sorprende el cotidiano ser de la casa.
Imagino, sueño, tal vez desvarío.
Apilo los pitillos como aplastando el tiempo,
pero las horas malditas,
quedan presas en el aire.
Se mantiene solo
el galope tortuoso en mi interior.
Las nubes pasan, pero no las horas.
El tiempo,
maldito genio,
se embelesa en el recuerdo.
Se agolpan en la mente
ilusiones imposibles,
locos delirios,
ansias impotentes,
insaciables besos.
todo gira, todo
menos las olas,
que van y vuelven y repiten
su monótono existir.
Algo sucede: está en el aire.
Duele por dentro.
Algo me dice que estás cerca,
quizá el alma,
o acaso ¿será solo el anhelo?
Vuelvo a fallar ¡pobre ingenua!
Ha vuelto a engañarme el fantasma de la pena
 
 
 
 
 
LA CHARCA

La charca, espejo abandonado
 de la luna dormida,
es quietud eterna
de las aguas tranquilas.
Reflejo infinito
en la plácida alborada,
tapiz arrebolado
de fantástico color,
amor enamorado
del álamo del río.
Canción suave de cuna
acompaña al ruiseñor
y al eco de la brisa
temprana de mañana
frescor de flor al viento
la charca susurró.
Y así con sus canciones,
sus ecos, sus lamentos,
muy quedito se duerme
bajo el radiante sol.
Y llega la mañana
envuelta en alegría
en luz de mil colores
y tierno resplandor.
Y despierta la charca,
para nacer al río,
saltando: espuma y vida…
Las gotas de rocío
se sacian de su amor.
Y así en esta alborada
de transparente velo
sonriendo su anhelo
el río despertó.


LLUEVE

Canción de amor es la lluvia
que acaricia el arbolillo,
de sencilla melodía,
feliz manantial dormido.
Diálogo de amor sonoro
sobre callados ruidos,
de dulces ángeles coro.
Misterio y fragancia unidos.
Vidrio prieto en su hermosura,
gigante de brillo y luz,
lucero libre, frescura,
del grandioso cielo azul.
Lágrimas en transparente
de virginal sencillez.
Sonrisa de paz ardiente.
Semilla de vida es.
La lluvia sigue cayendo.
Descanso de eternidad;
la brisa trae el lamento
de la añoranza del mar.
Sútil, intangible viso
transparencia matinal.
Llueve. Frescor eterno y travieso
que al alma obliga a soñar.

Un comentario en «De la tierra»

  • María del Mar Ventura Belmonte

    Me están encantando tus poesías… Me he emocionado mucho con la de «a mi madre». Qué bien has descrito lo que se siente al llegar a la » Residencia». Qué bonita la de Cabo de Gata y tantas y tantas…Cuántos años te ha llevado escribir toda esta maravilla? No me imaginaba que tuvieras tantas poesías, cuentos, relatos. Pero lo que más me está sorprendiendo son tus poesías porque LAS ENTIENDO y ME EMOCIONAN. La verdad es que no he leído mucha poesía, entre otras cosas porque me resultaba difícil y la mayoría no las entendía. Gracias por acercarme a ella. UN ABRAZO

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